III. EL PROCESO DE EMANCIPACIÓN LATINOAMERICANO.
“…
recomiendo a usted que haga tener
la mayor vigilancia sobre el proceso que se vive en
nuestro continente… por el bien de toda
nuestra gran Nación…
Aquí lo que debe prevalecer es
la voluntad general, por sobre las individualidades…” Carta de Bolívar a Santander
13 de junio de 1826.
III.I. Antecedentes Históricos.La independencia de las colonias Latinoamericanas
[1] en los albores del siglo XIX significa cortar el cordón umbilical con la metrópoli europea a la cual se había estado vinculada desde hacia ya algo más de tres siglos; debemos considerar a este proceso como un acto revolucionario con raigambre continental, en todo lo vasto de nuestro continente se estaba germinando un deseo de emancipación y los precursores
[2] de este sueño Latinoamericano tendrán como gran misión aunar las voluntades para pre-fijar un proyecto político social en común a todo nuestro continente.
Uno de los puntos de conflicto del proceso emancipador fue dado por el interés revolucionario de las colonias por alcanzar en un primer momento sólo un acto de autodeterminación o constitución de un Estado Nacional, todo ello tras la captura del rey en España (1808), en absoluto en una primera instancia lo que se persigue es la independencia, el deseo de algunas figuras o autoridades revolucionarias al inicio es “mantener” con la metrópolis un “grado de conexión”; no se pensaba en una completa desvinculación, sólo el desarrollo de los acontecimientos y la conciencia de Nación derivo luego en una completa desarticulación entre metrópolis y colonia.
Es así que los primeros pasos a inicios del siglo XIX en Latinoamérica transcurrían sin que nada hiciera presumir que el fin de la dominación colonial estuviese ad portas. Si bien es cierto, que en los últimos años de la colonia habían ocurrido hechos que hicieron cundir una cierta alarma, de los gobiernos metropolitanos y obviamente de sus funcionarios en toda América. Ejemplo de ellos se puede consignar la rebelión de las trece colonias en Norteamérica contra Inglaterra, así como la Ideología Liberal y la activa propaganda difundida desde Francia a raíz de la revolución, todo ello no había dejado de causar un gran impacto en algunos sectores de la sociedad tanto Iberoamericana como Europea.
Algunos miembros de la elit criolla habían viajado por los Estados Unidos y Europa, constatando la decadencia y el mal gobiernos que aquejaban a los países Ibéricos, que todavía estaban sujetos a Monarquías Absolutas, frente a la modernidad de las naciones que habían proclamado las libertades o incluso instaurados sistemas republicanos. Pero, en realidad, este conocimiento no había bastado para desencadenar un levantamiento que condujera a la Independencia de América Latina, dominada, en apariencia por “un exiguo porcentaje de Blancos Peninsulares, ridículo en comparación con la masa de los blancos criollos, los indios, los mestizos, los negros y los mulatos”
[3] .
Lo cierto es que en la practica existían fuertes vínculos entre las colonias y sus respectivas metrópolis, ya que los unía la obligación y la obediencia a la colonia, y por consiguiente, la subordinación a la Monarquía como forma de gobierno la cual se encontraba absolutamente arraigada tras la conexión de tres siglos (XVI-XVIII). Es también preciso consignar el vinculo del interés, puesto que las colonias necesitaban protección de las fuerzas armadas de su metrópolis contra las potencias rivales, todo ellos hacia a que en nombre del Rey se pudiese mantener un orden social vigente tras la Colonia.
Este escenario hacia difícil el poder cuajar la revolución en América, sólo los antecedentes provenientes desde Europa como la revolución Francesa y en el caso de América, la Independencia de los Estados Unidos hicieron pensar una posible desvinculación; los pensadores como Voltaire, Montesquiu y Rosseau hicieron posible germinar y concretar el ideario independentista Latinoamericano.
Es bajo este contexto que los escritos de Rousseau allanarán algunos problemas o vacíos que tenían los insurgentes revolucionarios Latinoamericanos; uno de estos era que forma de gobierno proclamar, en este sentido el principal ideólogo de nuestro continente Francisco de Miranda, sostenía en una carta enviada a Santander haciendo alusión a Rousseau que había que "…encontrar una forma de asociación que defienda y proteja, con la fuerza común, la persona y los bienes de cada asociado, y por la cual cada uno, uniéndose a todos los demás, no obedezca más que a sí mismo y permanezca, por tanto, tan libre como antes
[4]". He aquí el problema fundamental cuya solución proporciona el contrato social.
Sin lugar a dudas que al tipo de gobierno que aspiraba Miranda era uno con claras inspiraciones democráticas, en donde la ciudadanía tuviese garantías que lo hiciesen preservar este tipo de institucionalidad; a lo que se apela en el fondo es a establecer un contrato social, que en su fundamento nos indica que “dándose cada individuo a todos, no se da a nadie, y como no hay asociado sobre el cual no se adquiera el mismo derecho que se cede, se gana la equivalencia de todo lo que se pierde y mayor fuerza para conservar lo que se tiene.(...) el pacto social (...) se reduce a los siguientes términos: cada cual pone en común su persona y su poder bajo la suprema dirección de la voluntad general, y cada miembro es considerado como parte indivisible del todo. (...) este acto de asociación transforma la persona particular de cada contratante en un ente (...) colectivo, compuesto de tantos miembros como votos tiene la asamblea, la cual recibe de este mismo acto, su yo común, su vida y su voluntad. La persona pública que así se constituye (...) tomaba en otro tiempo el nombre de Ciudad y hoy el de República o cuerpo político, el cual es denominado Estado (...) en cuanto a los asociados (...) toman el nombre (...) de ciudadanos, como partícipes de la autoridad soberana, y el de súbdito por estar sometido a las leyes del Estado
[5].
III.II. La Importancia de Rousseau en la Independencia Política de América.Sin lugar a dudas que la importancia de las nuevas concepciones políticas venidas desde Europa y precisamente desde Francia, jugaron un rol el cual no se puede soslayar en el proceso independentista Latinoamericano.
Las formas de gobiernos que promueven algunos politólogos franceses como Rousseau o Voltaire, comienzan a ser conocidas hacia fines del siglo XVIII en América Latina, o sea en las postrimerías de la colonia, puesto que en efecto, en esta época se publican “El Espíritu de las leyes” y en 1755 el “Discurso Preliminar sobre la Enciclopedia”, el “Discurso sobre la Desigualdad”, el “Código de la Naturaleza” de Morelly y, en 1762 el “Contrato Social” de Rousseau.
España durante este periodo iniciaría un reformismo de tipo liberal el cual encabezarían los Borbones, ello contribuyó a una vigorosa renovación de las ideas y más que ninguna otra causa a la formación de una conciencia al servicio de la emancipación y de la revolución entre los "criollos" -hijos de españoles nacidos en Indias-.
El Reino de España debía abrirse a una renovación de las ideas imperantes, y los espíritus imbuidos de Iluminismo que rechazaban los prejuicios habían invadido la Corte. No era este el caso de las masas, bajo la tutela espiritual del clero. La concepción política acerca de los orígenes del poder debía cambiar con los Borbones, los fundamentos comienzan a quebrarse y el poder civil y laico bajo la influencia del Iluminismo iban a enracimarse; las consecuencias movilizarían no sólo a las estructuras de la península, sino al orden político y social entero de las más lejanas comarcas en las Colonias. En efecto esta apertura debería de iniciar una nueva época que llevaría a procesos revolucionarios que atravesaron toda la América Española de los primeros años del siglo XIX.
Si a ello sumamos que los nombres de los revolucionarios de América cómo Miranda y Bolívar eran personas con un tipo de instrucción universitaria y que habían leído los escritos franceses, todo ello hacia pensar –a partir de los acontecimientos ocurridos- que estaban "ávidos" de reali
zar los cambios que necesitaba la colonia de América. “…Entre todos los espíritus esclarecidos de los pensadores franceses que iban a movilizar los cerebros de la América Española era Rousseau uno de los más leídos- en Chile, México, Venezuela, en el Río de la Plata
. Voltaire, Rousseau, Montesquieu son los apóstoles del la Razón, ellos quebraron el despotismo. La circulación de los libros y de las ideas a través del Virreinato -desde los últimos decenios del siglo XVIII- eran importante: en 1811 existían en Santiago de Chile 400 ejemplares del Contrato Social en una traducción en español, impresa en Buenos Aires en la Imprenta de Niños Expósitos en 1810. La orden de impresión venía del jefe de los jacobinos porteños: Mariano Moreno...”
[6].
En efecto el movimiento revolucionario de Mayo de 1810 en Buenos Aires llevaba al poder a los jóvenes que habían frecuentado más asiduamente los autores modernos -y sobre todo a Rousseau cuyas ediciones leídas a escondidas- dada la vigilancia y la censura que imponía el clero, sobre todo después de la expulsión de los jesuitas. Lo que debía nacer como producto de esas lecturas serán también algunos periódicos entre los cuales: El Telégrafo Mercantil, El Correo de Comercio, La Semana de la Agricultura, y todo esto a pesar de los impedimentos y prohibiciones que sufrían los espíritus revolucionarios del Virreinato de parte del poder. La Declaración de los Derechos del Hombre era un programa político que había seducido a los que buscaban una praxis para las enseñanzas de nuestro filósofo. La revolución de 1789 parecía el triunfo de los ideales de fraternidad, de justicia y de equidad que vivían en los textos de los dos Discursos y en el Contrato
[7].
Aparece entonces claramente que los personajes "clave" del proceso de la Independencia de las Colonias Españolas- sobre todo en Venezuela, México, Chile y Argentina- frecuentaban asiduamente los filósofos e ideólogos franceses, aún antes de la revolución, y esta duraría un largo período después de los acontecimientos de Julio de 1789. Era " Una ventana abierta al mundo.
Las ideas de Rousseau habían tomado un tal peso en América, que podemos señalar la esencia igualitaria del sistema político, el espíritu de " religión laica" desprovisto de formas clericales, hacían que el tuviese el merito de guiar a la revolución a través de su obra, claro ejemplo de ello es que varias de las primeras constituciones nacionales en Latinoamérica exponen los argumentos tomados de Rousseau sobre la Voluntad General y el nuevo orden democrático e independiente. " La soberanía de la Nación depositada en uno o en muchos no tiene ni puede tener más autoridad que aquella que ella misma querría confiarle... Y los príncipes y senadores no son más que representantes del pueblo y deben realizar su voluntad"
[8].
Así entonces el derecho a la independencia, soberanía, libertad, igualdad son las palabras claves que van a posibilitar el cambio total del orden establecido por la Corona. Será el orden de la justicia, de la igualdad y de la libertad universales. Esos principios que establecían los fundamentos del período revolucionario de 1810 serán la clave para dotarnos de un recurso teórico político al proceso iniciado y que cobra sentido en Latinoamérica a través de las primeras constituciones.
Para Rousseau "todo gobierno legítimo es republicano" o sea democrático. Rechazando la soberanía al monarca, Rousseau se pronuncia abiertamente por la democracia "en el cual los sujetos y el Soberano no son nada más que los mismos hombres considerados bajo diferentes relaciones." Para Rousseau no hay otro Estado legítimo sino la democracia y es sin duda por prudencia que él emplea el epíteto "republicano" en lugar del término "democrático" en la fórmula célebre del Contrato Social, "Todo gobierno legítimo es republicano"
[9].
El camino republicano y democrático entonces se abre en Latinoamérica a través y de la mano del sustento teórico dado por pensadores franceses y donde obviamente Rousseau juega un rol trascendental; ello, no significa que no se hayan tenido algunos tropiezos en donde tal principio se vio conculco.
IV. LA IDENTIDAD Y EL DISCURSO VELADO DE UNIDAD DE ROUSSEAU SOBRE “LA LIBERTAD DEL PUEBLO”, EN LATINOAMERICA DE 1810.
“La voluntad general es siempre recta y
tiende a la utilidad pública”.
Rousseau, “El Contrato Social”.
IV.I. La Identidad Común de los Precursores del Sueño Americano.
La independencia Latinoamericana posee como rasgo identitario común, este es que los criollos radicalizados buscaban un proceso “revolucionario” que abarcara y uniera a todo el continente, pues eran concientes de que el triunfo contra la corona europea –ya fuese España o Portugal- solo podría alcanzarse y consolidarse en la medida que produjese un levantamiento generalizado por parte de todas las colonias americanas, sin que ninguna se marginase. Los unían a todos los mismos factores y problemáticas, tales como la opresión y dependencia, la estructura social, la tradición, historia e idioma, esto gatillo un sentimiento común en los criollos y mestizos a concebir la independencia bajo un criterio continental. Todos formaban parte –cual más, cual menos- de un mismo imperio que los oprimía y para revertir esto había que dar una lucha unitaria y concertada.
Varios de los que plantearon la idea de unidad Latinoamericana eran hombres ilustrados, que poseían una educación bajo preceptos europeos, ello allanó el deseo de unidad y les dio un sustento teórico a sus propuestas, las cuales fueron trabajadas de forma muy concienzudas, así lo demuestra el enorme legado epistolar de los próceres de América, entre los que se cuentan a Miranda, Bolívar, San Martín. Antonio Mariño, Sucre, Hidalgo, Morelo y Ohiggins entre varios otros.
El ideólogo más brillante del proceso de independencia latinoamericana fue, sin lugar a dudas, Francisco de San Martín. Se ha establecido que él empezó a madurar la unidad continental hacia la década de 1880 - 1890, lapsos que median entre la independencia de los EEUU y la Revolución Francesa. Prueba de ello es su exposición en Inglaterra del primer esbozo de integración Latinoamericana
[10]. Sin embargo, para que este proceso cuajara y luego se consolidara tuvo que concurrir la colaboración de todos y aún más de los personajes ya antes mencionados.
A este grupo de precursores de la independencia les toco actuar sin mayores ambiciones cada cual en sus respectivos espacios geográficos; eran hombres que presentaban "en su vigencia social su ideario y aspiraciones de emancipación, con los problemas iniciales del planeamiento, organización y realización de la emancipación; en la misma forma, la búsqueda del sistema político más aplicada a la nueva situación. […] Las ideas de la generación precursora de la independencia estuvieron encauzadas a la creación de una patria grande americana, la organización de la resistencia a los gobiernos europeos y el triunfo definitivo para proclamar la libertad de estos nuevos estados nacionales. Y como gran parte de sus representantes no alcanzaron a ver culminados sus deseos, el problema que tuvieron fue organizar civilmente las nuevas naciones, hacer constituciones políticas, nuevas leyes, y en síntesis, construir los estados nacionales con el modelo del democrático y liberal, diferente del modelo político establecido tradicionalmente por la monarquía y el sistema colonial"
[11].
El grupo de los precursores abarca a más personajes que a los mencionados aquí, sin embargo se ha elegido a estos dos por ser Antonio Nariño el traductor de la "Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano" al castellano, y Francisco de Miranda el líder de los conspiradores anti-realistas en el exilio y el que inició la revolución en Venezuela con su intento de invasión ya en 1806.
Simón Bolívar, José de San Martín, Antonio José de Sucre y Bernardo O’Higgins son oficiales revolucionarios que en diferentes puntos del continente les tomaron el relevo a los precursores, llevando el proceso de la independencia por la recta final como libertadores.
Hidalgo y Morelos son los reformistas que iniciaron la revolución de la Independencia en México. Agustín de Iturbide jugó un papel importante como líder conservador del movimiento que primero se enfrentó al movimiento reformista iniciado por Hidalgo y Morelos y que luchó por la independencia mexicana. Además fue Emperador de México durante un tiempo breve.
Todos ellos comparten el ideario emancipador, los preceptos que sustentan su lucha los podemos encontrar bajo el amparo de Rousseau y, ello en absoluto puede tomarse como una situación forzada o artificial, quien podría desmentir que estos revolucionarios no coinciden en dar a su obra un sentido libertario, coincidiendo con el “Contrato social” de Rousseau en que “mientras un pueblo se ve obligado a obedecer y obedece, hace bien, pero cuando puede sacudirse de las cadenas y consigue liberarse, hace mejor, porque al recobrar la libertad basándose en el mismo derecho por el cual había sido despojado de ella, está legitimando para recuperarla, o no lo estaba el que se la arrebato”
[12]. Pues es cierto, los próceres de la independencia en un primer instante no se rehusaron a obedecer a la corona española, sin embargo, cuando el poder del rey es usurpado ellos lo primero que intentan es desencadenarse de las amarras coloniales y buscan la libertad absoluta.
Ahora estos mismos lo que persiguen es constituir un pacto social unitario para toda América como lo establecía Rousseau, es en este sentido que cobra fuerza el trabajo mancomunado de todos, ellos saben que la parcelación de fuerzas no brindaran los objetivos esperados, cuales son la autodeterminación, en esta línea es claro que “como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas, sino unir y dirigir las que existen, no tiene otro medio de conservarse que constituir, por agregación, una suma de fuerzas que pueda exceder a la resistencia, ponerla en marcha con miras a un único objetivo, y hacerla actuar en común”
[13]: Es así como lo establece el Contrato Social, que la asociación es el vehículo de la libertad y el bien común, esto lo llevaron a la practica nuestros próceres.
Por ultimo los independentistas siempre tuvieron presente el respetar la voluntad general del pueblo, es por ello la creación e instauración de los mecanismos democráticos de una republica, tales como la división de los poderes del estado como lo establecía Voltaire, y respetando los principios de Montesquieu sobre el establecimiento de las nuevas republicas americanas bajo constituciones derivadas de leyes en donde el Estado es el que las establece, ello da la libertad que necesita la sociedad para vivir en comunidad.
Finalmente es preciso consignar que ello se lograría respetando la voluntad general, rectora de toda institución democrática como lo eran las nuevas republicas Latinoamericanas, es en este sentido que los artífices independentistas siempre tuvieron claro la diferencia señalada por Rousseau en el sentido de la diferencia existente entre “voluntad de todos y la voluntad general. Esta no tiene en cuenta sino el interés común, la otra se refiere al interés privado y no es sino una suma de voluntades particulares. Pero quitad de estas mismas voluntades el más y el menos, que se destruyen mutuamente y queda como suma de las diferencias las voluntad general… la voluntad general es siempre recta y tiende a la utilidad pública”
[14]. Estas nuevas ideas terminaban con prometedoras intenciones para América, atrás quedaba la explotación, la esclavitud, la dependencia económica, política, social y cultural, ahora había que construir estados republicanos no ha espaldas del pueblo.
IV.II. La Unidad y Continentalidad de la Revolución Latinoamericana.
Desde sus inicios la revolución Latinoamericana adquirió una praxis anticolonial y con características mancomunadamente continental. Una expresión de este proceso fue el “plan secreto de operaciones” presentado por Mariano Moreno a la Junta de Buenos Aires en julio de 1810, este plan consistía en alentar la rebelón en Brasil contra el imperio portugués. En unos de sus puntos señalaba: “Jamás pudo presentarse a la América del sud oportunidad más adecuada para establecer una Republica… El Estado Americano necesita y debe conseguir su libertad”
[15].
José Artiguas propuso, en Uruguay, la formación de una federación de Provincias o Estados Americanos, orientado hacia la formación de una gran nación confederada. En 1813, promulgó la Constitución que establecía: “El gobierno está instituido para el bien común, para la protección, seguridad, prosperidad y felicidad del pueblo, y no para el provecho o interés de algún hombre, así también estableció la expropiación y el reparto de las tierras de los malos europeos y peores americanos
[16].
La unidad Latinoamericana fue planteada también en Chile por Juan Egaña, quien presento un proyecto en el que se manifestaba “Nosotros tenemos un solo remedio para todas las desgracias; pero un remedio universal, capaz de destruir todos los planes que la Europa haya formado en mil siglos: está es la reunión de toda la América
[17].
San Martín, Artigas, Sucre, Bolívar y otros también apuntaron sus esfuerzos por lograr la unión Latinoamericana, cada cual puso sus mejores intenciones por lograr este objetivo, es importante señalar que toda esta prosapia de libertadores siempre tuvo la intención, más allá de los intereses nacionales
[18]sino más bien sus propósitos apuntaban a el bien común colegiado de Latinoamérica, en este sentido la unidad propuesta se une con el pensamiento de Rousseau, quien establece la “suma de fuerzas no puede nacer sino del concurso de muchos hombres, pero al ser la fuerza y la libertad los primeros instrumentos de la conservación de cada hombre, ¿cómo podrá comprometerlos sin hacerse daño y sin descuidar todo lo que se debe a sí mismo?
[19], este era un desafió a vencer por los independentistas.
V. CONCLUSIÓN.
No se puede minimizar aún menos soslayar la importancia de la obra “El Contrato Social” de Rousseau en el proceso de emancipación Latinoamericana y, ésta afirmación no es forzada, muy por el contrario su fundamento se evidencia en la correlación de influencia que la obra ejerció en las distintas constituciones de las republicas americanas, las que recogen todo el pensamiento democrático y libertario de Rousseau, el cual es tomado íntegramente -y, en algunos casos reformulado- por los precursores del sueño americano.
Así entonces en la siguiente monografía lo que se realizo fue prolijamente ir hilando un discurso comprobatorio de la tesis que en el párrafo anterior se planteo; pero, no resulta difícil indagar la materialización de las ideas de Rousseau y su obra, ya sea en la independencia de América o bien en la Revolución Francesa de la cual también es heredera nuestra revolución. Gran parte de las consignas y factores esgrimidos en dichos acontecimientos históricos fueron exaltados primero en el Contrato Social y luego entonces utilizados por nuestros próceres criollos. Rousseau fue uno de los primeros politólogos modernos en hablar de la igualdad social como camino hacia una sociedad más justa y honesta. Y precisamente, a partir de las revoluciones en Francia y América es que se torna una lectura obligatoria que ayuda a comprender el ideario emancipador.
Es tal el impacto político de Rousseau en la independencia de América que su nombre quedo asociado indisolublemente como uno de los sostenedores ideológicos de tal gesta histórica y como uno de los primeros defensores de la democracia moderna en el nuevo mundo.
El pueblo o ciudadanía para Rousseau, debía ejercer en forma directa el poder, sin delegar sus decisiones en funcionarios externos, esta idea se puede perfectamente extrapolar al sentido que dieron los americanos criollos al impulsar la nacionalización del poder político, o sea el cortar la conexión embrionaria que se tenia con España, como metrópolis dominante de todo el quehacer cultural, económico, social, son ellos los que pre figuraban la historicidad de nuestra colonia.
El funcionamiento de la emancipación y la democracia moderna Latinoamericana se le debe a los tratados fijados por Rousseau en el Contrato Social, en esta obra magnifica él pone limites a la actividad de gobernantes, ello es uno de los puntos innovadores de su obra, recordemos que con ello el intenta quebrar y deslegitimar el estado absoluto omnipotente.
Finalmente la importancia de Rousseau y su obra el Contrato Social no la podemos atomizar a un solo aspecto, muy por el contrario el abanico de posibilidades que abre las interpretaciones de ella es infinito, es por eso su constante vigencia; él se preocupo del bienestar del hombre y de dar una institucionalidad a esa felicidad a través de la creación de un marco teórico conceptual el cual recogen las nuevas republicas a principios del siglo XIX en América. La importancia entonces de Rousseau es el otorgar un marco teórico conceptual de valides al proceso independentista de América, en donde el constitucionalismo, la libertad, la igualdad serán conceptos que se establecerán desde el principio libertario de nuestro continente gracias a Rousseau; no obstante el legado de las estructuras administrativas heredadas del tiempo del período colonial dificultaron un ritmo más acelerado de crecimiento, con la independencia política sólo estaba dado el primer paso.
VI. BIBLIOGRAFÍA.
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Vitale, Luis. De Bolívar al Che. Edit. Cucaña, Buenos Aires, 2002.
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Notas de pie de página[1] Debemos entender por Latinoamérica a todas aquellas naciones que poseen como raíz lingüística el Latín y que por consiguiente hablan el idioma español, portugués o francés en América; geográficamente Latinoamérica se extiende desde el sur del Río Grande en Norte América hasta el extremo sur de nuestro continente.
[2] Entre los principales actores de la independencia Latinoamericana encontramos a Francisco de Miranda (considerado el ideólogo), Simón Bolívar, José de San Martín, Bernardo Ohiggins, José Antonio Sucre, José Artigas entre otros tantos.
[3] Bethell, Leslie. Historia de América Latina. Edit. Critica, Barcelona 1992.
[4] Castro, Medina. Estados Unidos y América Latina, siglo XIX. Edit. Casas de las Americas, La Habana 1968.
[5] Rousseau. El Contrato Social. Edit. Longseller, 2001. Pag. 139.
[6] Este trabajo en versión francesa fue presentado en el II Colloque International de Montmorency- Francia-Jean-Jacques Rousseau, Politique et Nation, 27-10- 1995, y publicado en Jean-Jacques Rousseau: Politique et Nation, Ed. Slatkine, Geneve-París, 2002.
[7] Vitale, Luis. De Bolívar al Che. Edit. Cucaña, Buenos Aires, 2002. Pag. 14.
[8] Rousseau. Ibíd. Pag. 89.
[9] Calvo, Thomas. Iberoamérica. Edit. Península, Buenos Aires, 1996. Pag. 45.
[10] Smith, Meter. Historia Contemporánea de América Latina. Edit. Crítica, Barcelona, 1999. Pag. 32.
[11] Collier, Simón. Historia de Chile. Edit. Universidad de Cambridge. 1998. Pags. 40-55.
[12] Rousseau. Ibíd. Pag. 20.
[13] Rousseau. Ibíd. Pag. 33.
[14] Rousseau. Ibíd. Pags. 49 – 85.
[15] Bagu, Sergio. Historia de América Latina, Siglos XVIII – XIX. Buenos Aires. Pags. 99 – 103.
[16] Machado, Carlos. Revista Proposiciones. 1991. Pags. 23 – 26.
[17] Encina, Francisco. Historia de Chile. Tomo XVI. Pag. 33. Cita extraída de Revista Proposiciones.
[18] De Tocqueville, Alexis: “La Democracia en América”, Alianza, Madrid, 1989, España.
[19] Rousseau. Ibíd.. Pags. 55 -59.