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“La Chimba” Contexto Histórico


Preámbulo

El “proceso de independencia de Chile” (1810-1823) tiene tantas aristas como actores y situaciones posee un suceso histórico de ésta naturaleza y envergadura; en su análisis se han explotado los tópicos políticos y económicos dotándolos de un significado casi absoluto, obviamente, los actores principales aquí pertenecen a una “elite” aristocrática políticamente dominante e influyente en el Estado, económicamente pudiente y moralmente recta; este enfoque desvalorizo la trascendencia de los actores y espacios más populares, ello debido a que se pensaba que la cotidianidad en la cuál vivían era “bárbara” e inocua en términos de trascendencia histórica, no se concebía como actores relevantes. Su gravitación, sin embargo, hoy no queda en entre dicho ya que hay pruebas contundentes de su participación en el derrocamiento del Estado Imperial Español, su impulso hacia la auto-determinación ha dejado sus consecuencias sociales y culturales que han hacho de nuestra República lo que somos.

La Chimba, en este sentido como miniserie recoge de forma asociada los escenarios y actores históricos antes descritos, los cuales de forma conjunta potencian aquel imaginario colectivo que es el alcanzar la “independencia”.

Cronológicamente la historia se desarrolla entre el Desastre de Rancagua (1814) y la Batalla de Maipú (1818), con ello se comienza a cimentar nuestra independencia nacional. Durante este periodo se irá desenvolviendo la historia a través de personajes comunes y relevantes, que pasaran por la Chimba, tales como los hermanos Carreras, Manuel Rodríguez, O”higgins, aquí también se darán sita las fuerzas realistas quienes ocupaban este espacio como un punto de reunión social en donde departían junto a sus camaradas de armas; este se transformara en un punto neurálgico en el desarrollo de las acciones; aquí se daban cita tanto las fuerzas realistas como las independentistas.

Asume aquí un protagonismo en la ilación del proceso, escenarios pocos convencionales y personajes comunes envueltos o llevados por las circunstancias de la vida, pero asumiendo cada uno su lugar a partir de la visión de mundo en la cual se ha desenvuelto cada cual, he hay la validez de este proyecto, de unir -como en la vida real- la alta y la baja sociedad, las intrigas, los dobles estándar, dilemas morales, la seducción, la traición, etc. todo aquello como se construye, crece y se desarrolla un proceso histórico, que en este es la “Independencia de Chile”.

Antecedentes y causas del proceso de “autodeterminación”

El paso de un gobierno monárquico a uno representativo autónomo criollo planteo para una parte de la población -la gobernante- que ocupaba el territorio de la Capitanía General un hecho muy traumático, en este nuevo escenario la aristocracia más fiel a la corona se sentía desprovista y huérfana ya que cortaba un cordón umbilical que había durado trescientos años y que le había brindado la suficiente protección; ellos se sentían cómodos en el papel de subordinación a la corono española.

En tanto otro sector de la sociedad -pero también aristocrático- creía que la coyuntura provocada por la captura del Rey en España (1808) a manos de las fuerzas napoleónicas era el acicate justo y necesario para demostrar la madurez y lealtad de las colonias americanas y establecer gobiernos locales con independencia de España.

Básicamente es en este periodo neurálgico (1808 - 1814) en donde se comienzan a articular diversos factores que llevaron a la independencia de las colonias americanas y en ella la de Chile.

Entre las causas que más se esgrimen y que más peso tienen para el desarrollo de la idea de nacionalización del poder derivan de la relación de inferioridad en que estaban las colonias con respecto a España, de donde nacían el despotismo del gobierno español, el control de las ideas –solo algunos tenían acceso a una educación de primer nivel y esta era obviamente dada en Europa-, la incultura en que se mantenían a las colonias y la deficiente administración de la justicia. Ahora si observamos con más detención nos daremos cuenta que estas variables no bastan de por si, ello debido a que en las colonias la obediencia y subordinación derivaban del respeto, casi religioso, que se sentía por el derecho tradicional de los reyes de España, lo cual sirvió para ostentar durante tres siglos su dominación. A esta situación se acomodaba perfectamente la aristocracia, la única fuerza organizada que podría pretender un cambio del modelo político.

Las ideas fuerza

Hacia fines del siglo xviii se difundieron en América, a pesar de las restricciones, las ideas políticas del movimiento ilustrado europeo, entre los autores se cuenta a Voltaire y Montesquieu –una parte importante de los próceres de América tuvieron acceso a estas ideas gracias a su traslado y educación en Europa (Inglaterra, Francia o España). Entre las ideas que ventilaban estos teóricos políticos se contaba el favorecer la lucha contra las monarquías absolutas que no aceptaban otorgarle participación a sus súbditos en los asuntos públicos. Es decir, solo el monarca y su corte de asesores resolvían los problemas que comprometían al conjunto de la sociedad.

La praxis de estas ideas se ponen de manifiesto -y, por consiguiente adquieren un sentido concreto- con la independencia de las trece colonias inglesas asentadas en América del norte y su organización como república independiente en 1776, dando origen a los Estados Unidos de América; es con este hecho que las ideas ilustradas se ponen de relieve y causan un gran impacto en todo el resto del continente, ello pone en evidencia la posibilidad concreta de autodeterminación de las colonias.

Las ideas revolucionarias ponían en peligro el sistema monárquico, por eso las autoridades españolas trataron de evitar que fueran conocidas por los criollos. Sin embargo, la internación clandestina de libros -por aristócratas que habían accedido a una educación de elite fuera del continente- las conversaciones con extranjeros, reuniones secretas de instigadores permitieron que estas ideas fuerzas se propagaran entre un sector mayor de criollos facilitando así la multiplicación y aceleración de un convencimiento independentista.

Bosquejo Social de Comienzos del Siglo XIX.

La estructura social de Chile hacia fines de la Colonia (siglo XVIII) y comienzos del Proceso de Independencia (siglo XIX) era muy básica. En la cúspide de la pirámide social estaba la “aristocracia” que era un grupo social cohesionado y homogéneo, estaba investido de prestigio social y poder económico, era sin lugar a dudas la clase dirigente, los conductores de la sociedad. Ellos estaban investidos de un gran prestigio. Sin embargo estos a su vez se podían diferenciar por su procedencia natalicia la cual podía ser peninsular (nacido en España) o criolla (nacido en América), “de las filas de la aristocracia criolla era de donde se había de sacar más tarde la directiva de la revolución chilena” (Simon Collier). Luego en términos de jerarquía social estaba una vasta “clase baja” que básicamente dependía de la primera para su subsistencia y en excepcionales casos trabajaban sus escasas tierras de donde obtenían productos que luego comercializaban, estos, obviamente sólo le aseguraban una existencia precaria. Si bien es cierto que existía una cantidad de población con oficios o profesiones (soldados, comerciantes, burócratas, abogados, parceleros medianos) no alcanzaba a constituir un tejido social que diera para una denominación de “clase media”, además está intentaba mimetizarse forzadamente con aquellos que tenían el control, aunque claramente no poseían el nivel para aquello. Este grupo señala S. Collier: "parece haber abundado en aspiraciones aristocráticas y no puede considerarse una tercera fuerza potencial”.

Es preciso consignar, que la aristocracia es básicamente terrateniente, su poder social, económico y político se sustenta en una estructura agraria (Gabriel Salazar); por ello es que casi el 80% de la población del país era considerada hacia mediados del siglo xviii como rural.






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